Es algo muy interesante que se le achaca al gobierno: que no es capaz de construir, que lo único que hace malbaratar los recursos
provenientes de la exportación petrolera, del endeudamiento y entregar
nuestra soberanía a diversos países, comenzando por Cuba, al par que
descuida el asiento territorial de la nación, puesto que no reclama como
debería al Esequibo; Guayana es campo de explotación mineral ilegal y
donde China se prepara para efectuar el más grande ecocidio al explotar
irracionalmente nuestros recursos minerales. Peor aún, el país
languidece en su producción interna, no existen en la debida cantidad
los bienes y servicios indispensables para satisfacer las necesidades
sociales.
Los personeros gubernamentales han atribuido su ineficacia a diversos
factores durante los quince años de su desgobierno. Primero fue buscar
un chivo expiatorio en los presuntos "enemigos internos" que permanecían
en la administración pública; vino aquella limpieza de 2000-2001.
Luego, se argumentó una pretendida "guerra económica" para desinformar y
acusar a otros de sus ausencias y omisiones en la formulación e
instrumentación de una política económica adecuada para las
circunstancias actuales. Este argumento se desgastó, ya la gente no
cría, dado el contraste con la realidad observable. Ahora sacaron otra
excusa del sombrero mágico de la comunicación y empezaron a difundir que
sí se producía suficiente internamente, pero que había un desvío hacia
el exterior en forma de contrabando. Y ahí están actualmente luchando
ahora ellos mismos contra ese monstruo surgido de las cavernas
informativas de Miraflores.
Casi todos los gobiernos proceden de tal modo tal vez por falta de
madurez, pero, sobre todo, por el laberinto en que entran al no saber
qué hacer frente a una existencia que los golpea fuertemente. Recuerdo
que durante los gobiernos democráticos siempre se alegaba que la crisis
venezolana que ya duraba 20 años tenía un origen externo, esto es, que
era la difusión en Venezuela de la crisis internacional, olvidando que
dicho pretexto no resistía el menor análisis, puesto que nuestro país
estaba disfrutando de ingresos petroleros inusitados como nunca antes.
Ahora el gobierno vuelve con la manía de buscar en otra parte los
resultados de su ausentismo en política económica apropiada para nuestra
circunstancia. Dice, vocea, con toda su fuerza mediática que el
problema radica en el "estado burgués". Propone entonces una
organización del poder ejecutivo que crearía un caos administrativo y es
totalmente violatoria de la constitución nacional, cuyo artículo 242
reza así: "Los ministros son órganos directos del Presidente de la
República" Solo una vicepresidencia que ahora se viene a menos. En
ninguna parte se dice que habrán varias vicepresidencias, con cuya
creación los ministros no dependerían directamente del presidente, como
lo establece la letra y el espíritu del artículo citado, sino de unos
vicepresidentes; son subalternos de éstos, de tercer nivel; con este
organigrama, los ministros rinden cuentas al vicepresidente respectivo y
no al presidente, lo cual seguro que originará roces, celos, confusión y
otros vicios administrativos.
De modo que el tal nuevo estado es una maraña confusa de funciones,
duplicaciones, exageraciones y sin un manual de procedimientos que
invitará a la anarquía y al desbarajuste en la administración pública.
Por ejemplo: según el esquema difundido por el presidente, ahora el
Ministerio de la Defensa y el de Interiores pasan a ser órganos
subordinados de la Vicepresidencia de Soberanía Política, cuyo titular
es Rafael Ramírez. ¿Es esto cierto? ¿Aceptarán esta subordinación que no
es directa con el presidente como lo establece la Constitución? Y así
en otros casos. Este discurso más bien complicó el panorama político,
económico. Profundiza y complica la crisis nacional con esta telaraña
administrativa y viola la carta magna.
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