El año fue 2013
y la cifra la proviene del más reciente informe de la firma de
investigación The Radicati Group, que además anticipa que para 2017 ese
número llegará a los 132.000 millones de emails enviados y recibidos en
un día.
La evidencia es
una prueba el éxito de esta herramienta de comunicación, así que puede
sorprender el que aquí y allá los observadores del universo tecnológico
comenten que en Sillicon Valley se está hablando de un futuro sin email.
No sólo eso,
grandes líderes en empresas en los centros tecnológicos del mundo ya se
han desecho de sus cuentas de correo electrónico.
¿Cual es el problema?
El mismo Radicati Group explica en otro documento que mientras que el email
redujo el costo de enviar mensajes, "el costo acumulativo de leer esos
mensajes es muy alto. Puede tomar varios minutos abrirlos, leerlos,
procesarlos y responder a cada uno, y ese proceso, repetido miles de
veces, puede consumir un día laboral".
Para tener una
idea más exacta, se puede recurrir al estudio de 2011 de Tom Jackson, de
la Universidad de Loghborough, Inglaterra, el cual arrojó que los
correos electrónicos le estaban costando a las compañías más de
US$15.000 por empleado al año.
Quizás aún más
interesante es que encontró que toma un promedio de 64 segundos volver a
concentrarse tras ser interrumpido al recibir un email.
Incluso
borrarlos quita tiempo, y si se toma en cuenta que toma un promedio de
76 segundos leer y entender cada mensaje, empieza a sonar atractivo
buscar una alternativa.
¿Que hacer?
Como suele
suceder, el mismo mundo que creó los correos electrónicos, ahora ofrece
unas soluciones en la forma de sistemas que no sólo tienen nombres sino
también lemas inspiradores, como Asana, "trabajo en grupo sin email", o Slack, "esté menos ocupado".
Básicamente, el
correo electrónico se percibe como algo más formal y la gente pasa más
tiempo escribiendo esos mensajes porque se asumen como comunicaciones
oficiales.
Plataformas
como Slack, Asana, Yammer y demás son más informales pues permiten
enviar mensajes cortos y rápidos dentro de distintos grupos -abiertos a
toda una empresa o sólo entre un equipo- lo que las hace más informales.
Pero hay otras
opciones un poco más audaces, como explicó Scott Berkun, autor de "El
año sin pantalones", en el artículo "¿Hay vida después del email? Sí, y
es extraordinaria".
Para escribir
su libro, Berkun pasó un año en WordPress.com, uno de los sitios web más
populares del mundo, y uno de sus mayores retos fue aprender a trabajar
sin email.
La fórmula
ganadora de WordPress es utilizar otra herramienta: los blogs, en los
que cada equipo publica toda la información que generalmente se manda
por email.
La mayoría de las discusiones tiene lugar en el espacio para comentarios, salas de chat o Skype.
La gran ventaja es que el lector decide qué leer: si le interesa el proyecto, sigue el blog. Además, depende del interesado cuándo leerlo, de acuerdo a su necesidad.
Además, como los blogs son de fácil acceso, las ideas relevantes no quedan enterradas bajo una avalancha de emails inútiles.
Pero si le
parece que incluso esa opción le quita demasiado tiempo, está la
alternativa sugerida por ese simpático cartel que adorna varios cafés en el mundo
hispanoparlante y que circula por el mundo virtual: "No tenemos WiFi, hablen entre ustedes".
hispanoparlante y que circula por el mundo virtual: "No tenemos WiFi, hablen entre ustedes".
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